Directorio para la catequesis, 24

Los Apóstoles, fieles al mandato divino, con el testimonio y las obras, la predicación oral, las instituciones y los escritos inspirados por el Espíritu Santo, transmitieron lo que habían recibido y,

para que el Evangelio se conservara siempre íntegro y vivo en la Iglesia, los Apóstoles nombraron como sucesores suyos a los obispos, «dejándoles su propio cargo en el magisterio» (DV, n. 7).  Esta Tradición apostólica «va creciendo en la Iglesia con la ayuda del Espíritu Santo, es decir, crece la comprensión de las palabras e instituciones transmitidas cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón (cf. Lc 2, 19.51), y cuando comprende internamente los misterios que viven y por la predicación» (DV, n. 8).


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