Directorio para la catequesis, 247
La preadolescencia es también el tiempo en que se reelabora la imagen de Dios recibida en la infancia. Por eso es importante que la catequesis acompañe cuidadosamente este delicado paso para sus posibles desarrollos futuros, aprovechando también las investigaciones e instrumentos de las ciencias humanas. Al centrarse en lo esencial, la propuesta de fe a los preadolescentes procurará sembrar en sus corazones las semillas de una visión de Dios que luego podrá madurar. El kerigma hablará especialmente del Señor Jesús como un hermano que ama, un amigo que ayuda a vivir las relaciones de la mejor manera, que no juzga, que es fiel, que valora los recursos y los sueños, haciendo realidad los deseos de la belleza y del bien. Además, se invita a la catequesis a que reconozca el protagonismo de los preadolescentes, a crear un contexto de relaciones grupales significativas, a dar espacio a la experiencia, a crear un clima en el que se acojan las preguntas haciéndolas interactuar con la propuesta del Evangelio. El preadolescente puede entrar con más facilidad en el mundo de la experiencia cristiana al descubrir que el Evangelio toca las dinámicas relacionales y afectivas a las que es particularmente sensible. El catequista, capaz de confiar y esperar, se tomará en serio las dudas e inquietudes del preadolescente, haciéndose su discreto y cercano compañero.