94 | ¿Sabías que…?

¿Sabías que el catequista no podía dar explicaciones en el Siglo XIX? Por quien enseña el catecismo no se exige nada más que alcance dicha finalidad: el aprendizaje mnemónico de la doctrina por parte de los catequizandos. En particular no se le pide aventurarse a una larga explicación de las respuestas a aprender de memoria. Si bien la exhortación, o el verdadero y propio mandato, se mueve en sentido opuesto, en cuanto que la explicación puede resultar inútil y peligrosa: inútil, en el perfil bajo o ínfimo espiritual y cultural de tantos catequizandos; peligrosa, porque puede ser portadora de errores, como consecuencia de la falta de preparación de muchos de los mismos catequistas. Por tanto, quien hace catecismo debe siempre ser cuanto más conciso mejor en las propias palabras, y ceñirse lo más posible al texto escrito a hacer memorizar. La norma es reiterada para toda la edad moderna.


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