Comentario a la película “Don Bosco” (2004)
Me quedé como Miguel. Cuando vi la escena aluciné, no se me hubiese ocurrido algo así en mi vida y quizás no parezca para tanto, puede pasar desapercibido, pero si lo piensas un chispín… Así es Jesús, y María, y el sacerdote de mi pueblo y del tuyo, y nuestra catequista, y todo el que vive dando y dándose. Los detalles SIEMPRE hacen la diferencia.
Miguel se queda mirando esa mano vacía sin entender cómo puede alguien dar lo que no tiene y D. Bosco da mucho más de lo que tiene por dar también lo que le falta.
En este breve diálogo está el sentido de la vida y un precioso resumen del Gran Misterio (visualiza la escena a partir del 02:06:55h).
- Bosco: Toma (dice mientras extiende la mano).
- Miguel: ¡¿Qué?! Pero si no me da nada.
- Bosco: Te doy la mitad de lo que tengo. A partir de hoy tú y yo lo compartiremos todo en la vida.
No recuerdo cuál fue mi primer pensamiento tras escucharlo, pero sí recuerdo que en esa mano entrecortada vi a la anciana viuda echando sus dos monedas al cestillo, a María diciendo “hágase”, a San Martín de Tours partiendo su capa, a Jesús en la Cruz despojado de todo y regalándonos lo único que le queda: su Madre.
En ese gesto de partir la nada está todo. Hay una vida gastada y exprimida para los jóvenes, un amor incondicional que no se cansa, que acoge y transforma, que libera y redime. Hay un Padre que perdona y abraza, un Pastor en busca de la oveja perdida, un Sol para tantos que viven atrapados en las tinieblas.
Un instante de película y un deseo para siempre: vivir así, despojados, desapegados, con las manos y el corazón abiertos a la vida del otro… Amén.
Paloma López Martínez.
Parroquia Ntra. Sra. de los Llano de El Algar.
Catequista de Postcomunión.