Directorio para la catequesis, 64
La inspiración catecumenal de la catequesis no significa reproducir al pie de la letra el catecumenado, sino asumir su estilo y su dinamismo formativo, respondiendo también a «la necesidad de una renovación mistagógica, que podría tomar formas muy diversas de acuerdo con el discernimiento de cada comunidad educativa». El catecumenado tiene un connatural tono misionero, que en la catequesis se ha ido debilitando con el tiempo. Hoy se vuelven a proponer los elementos básicos del catecumenado que, tras el necesario discernimiento, deben ser comprendidos, valorados y actualizados con valentía y creatividad en un esfuerzo de verdadera inculturación. Estos elementos son: a. el carácter pascual, en el catecumenado, todo está orientado hacia el misterio de la pasión, muerte y resurrección de Cristo. La catequesis comunica de manera esencial y existencialmente comprensible el corazón de la fe, poniendo a cada uno en contacto con el Resucitado, ayudándole a releer y vivir los momentos más intensos de su vida como pasajes pascuales; b. el carácter iniciático: el catecumenado es una iniciación a la fe que lleva a los catecúmenos al descubrimiento del misterio de Cristo y de la Iglesia. La catequesis introduce en todas las dimensiones de la vida cristiana, ayudando a cada uno a iniciar, en la comunidad, su camino personal de respuesta a Dios que le ha buscado; c. el carácter litúrgico, ritual y simbólico, el catecumenado está entretejido con símbolos, ritos y celebraciones, que tocan los sentidos y los afectos. La catequesis, gracias precisamente al «uso de símbolos elocuentes» y a una «renovada valoración de los signos litúrgicos», puede responder así a las necesidades del hombre contemporáneo, que suele considerar significativas solo aquellas experiencias que le tocan en su corporeidad y afectividad; d. el carácter comunitario’, el catecumenado es un proceso que se realiza en una comunidad concreta, que experimenta la comunión dada por Dios y es, por tanto, consciente de su responsabilidad en el anuncio de la fe. La catequesis, inspirada en el catecumenado, integra la contribución de diferentes carismas y ministerios (catequistas, servidores de la liturgia y la caridad, líderes de grupos eclesiales, junto con los ministros ordenados…), manifestando, de este modo, que el seno que regenera en la fe es toda la comunidad; e. el carácter de conversión permanente y de testimonio: el catecumenado se concibe, en su conjunto, como un camino de conversión y purificación gradual, enriquecido también con ritos que marcan la adquisición de un nuevo modo de vivir y de pensar. La catequesis, consciente de que la conversión nunca se alcanza plenamente sino que dura toda la vida, educa a las personas para que se descubran a sí mismas como pecadoras perdonadas. Y al valorar el rico patrimonio de la Iglesia, también prepara itinerarios penitenciales y formativos especiales que fomentan la conversión del corazón y de la mente en un nuevo modo de vida perceptible desde el exterior; f. el carácter progresivo de la experiencia formativa: el catecumenado es un proceso dinámico estructurado en períodos que se suceden de manera gradual y progresiva. Este carácter evolutivo responde a la misma biografía de la persona, que crece y madura con el tiempo. La Iglesia manifiesta su maternidad al acompañar con paciencia y respeto el tiempo real de la maduración de sus hijos.